CARLOS GARDEL - "El bronce que sonríe"

Cierto día dijo Gardel : “Nací en Buenos Aires, Argentina, a los 2 años y medio”, en clara alusión a su llegada al país, el 11 de marzo de 1893 a bordo del vapor “Dom Pedro”. Provenía de Tolouse – Francia, ciudad en la que había nacido el 11 de diciembre de 1890, cuna de trovadores, músicos, artistas y compositores famosos, situada en el “Midi-Pyrénneés” francés. ¿ Quien podía pensar entonces que la voz de ese niño, llegaría con el tiempo a constituirse “en patrimonio de la humanidad”?

viernes, 12 de febrero de 2010

GARDEL - INVITACIÓN A REFLEXIONAR

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INVITACIÓN A REFLEXIONAR ..... o seguir jugando al GALLO CIEGO.
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Como bien lo marcan y documentan quienes estudiaron seriamente, no solamente su lugar de nacimiento, sino TODA SU VIDA, son cinco las visitas que Carlos Gardel realizó a la ciudad de Toulouse, sin ningún propósito artístico, sólo para visitar a sus parientes y a su madre biológica.
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LAS EFECTUÓ EN 1924 – 1928 – 1932 – 1933 – 1934 y ESTÁN TODAS, PERFECTAMENTE DOCUMENTADAS.
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Un hito importante, que también las avala, es la TARJETA POSTAL que Carlos dirigió a sus abuelos. Como Gardel tenía la costumbre de no fechar su correspondencia, debemos calcular la de ese envío, entre 1924 y 1930.
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Dicha postal está en poder de la señora Jane Ceyte, a quien le fuera donada por Charlotte Laurence, esposa de Jean Marie Gardes, tío de Gardel.
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Ahora bien, pasemos entonces a un “Segundo Capítulo de la historia”, especificamente aquél en el cual los “uruguayistas” se ocupan de culpar a Armando Defino de haber preparado el fraude que - según ellos - determinó el origen francés de Gardel, urdiendo – entre otras cosas - un testamento avalado por la justicia y las pericias, pero sistemáticamente cuestionado por el Dream Team y sus putativos hijos.
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Sin embargo al hacerlo, los “ciegos uruguayistas” no contaron que la falsa imputación a Defino queda inmediatamente destruida, tan pronto surge la realidad en cuanto a que Gardel conoce a Armando, a fines del año 1931 o principio de 1932 y recién lo nombra su apoderado el 20 de octubre de 1933.
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¿Cómo pueden aceptarse esos dichos, cuando está “probado” que Gardel visitó y le escribió a sus parientes antes de conocer a Defino?.
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Es infantil pretender hacer creer a la gente que Defino, sin conocer a Gardel, ya había urdido su plan y por “telepatía” lo hizo viajar a Toulouse en los años 1924 y 1928.
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Lo mismo sucede con la tontera de decir que Gardel se declaró francés en su testamento para beneficiar a doña Berta, cuando es bien sabido y ya ha sido explicado “mil veces”, que para que ello sucediera, bastaba con nombrarla directamente su heredera, ya que no existía ningún impedimento al respecto.
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Tampoco hubiera necesitado declararse francés y SI ASÍ LO HIZO, fue porque sintió el deber de que no EXISTIERA duda alguna acerca de su identidad, en el caso que debiera afrontar una partida sin regreso, tal cual sucedió – desgraciadamente – dos años después.
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Otro tanto sucede con la risible muletilla de los desfallecientes cronistas argentinos enrolados en la corriente “uruguayista”, destinada a atacan a la “justicia argentina”, tratándola de corrupta, sin reparar que a Carlos lo ha declarado nacido en Francia no solamente la justicia DE NUESTRO PAÍS, sino también la uruguaya y la UNESCO, un organismo internacional totalmente imparcial.
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Estos desairados y errados “uruguayistas”, a quienes ni POR CASUALIDAD se les caen pruebas documental que certifiquen sus dichos, deberían presentarse ante la Organización Internacional de los Derechos Humanos, para hacer valer sus pretendido derecho de apropiarse de la identidad de nuestro Zorzal.
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Hasta tanto no lo hagan y logren un fallo favorable (?) , estos amigos del bla, bla deben callar y aceptar la única verdad probada y confirmada por el mismísimo Carlos Gardel, cuando escribió y firmó: “soy francés nacido en Toulouse, el día 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe Gardes”
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Por lo tanto, estimados seguidores de aquellos “innombrables” que no tuvieron escrúpulos en ofender la memoria de Carlos y sus seres queridos, no sigan insultando nuestra inteligencia. Tengan respeto por ella y no vuelvan a insistir con la desgasta y derruida fábula con que intentaron confundir a las personas de bien.
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José Pedro Aresi
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